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UN VIAJE PARA SER OLVIDADO


El día 20 de septiembre de 1519, Magallanes y yo empezamos nuestro objetivo que teníamos, que era conseguir hacer la primera vuelta al mundo. Nunca nadie había
dado una vuelta al mundo por  mar.

Cuando empezamos el viaje, en Sanlúcar de Barrameda, empezamos con cinco naves, en que éramos doscientos treinta y nueve  tripulantes. El día 29 de noviembre, llegamos a la Bahía de Santa Lucía, en Río de Janeiro. Nosotros nos quedamos en esa Bahía durante algunos días, para descansar. Pasado dos meses, el día 12 de enero de 1520, llegamos a nuestro segundo destino, el Río de Solís, para descansar y para ver si encontrábamos más comida y más agua. Cuando salíamos, hubo una tempestad  por la que tuvimos que quedar más una semana en el Río de Solís. Y finalmente, pasada casi una semana, pudimos salir de la isla.


Después de tantos días en el mar buscando alguna tierra en que pudiésemos quedarnos para descansar, la encontramos, habíamos llegado al Cabo Vírgenes. Todavía estábamos lejos de esa tal isla, pero ya conseguíamos.  Las cinco naos que iban en este viaje se dirigían hasta la isla, pero durante ese trayecto vino una tempestad que nos llevó a cambiar de rota. Pasado algunos días después de la tempestad, nos encontrábamos en una isla con centenas de indígenas. Nosotros intentamos enfrentarnos a ellos, pero era imposible, ya que sólo estábamos los tripulantes de la nave “Trinidad” y la “San Antonio”, y en total éramos sólo 90 contra unos trescientos indígenas que nunca habían visto personas sin ser las de su isla. Ellos, cuando nos vieron, empezaron a correr en nuestra dirección con lanzas, piedras, antorchas, etc. Nosotros escapamos para las naos y nos fuimos de allí, dejando atrás algunas decenas de navegantes.

Cuando salimos de esa isla, la tempestad continuaba y el océano estaba muy agitado, pero nosotros teníamos que continuar y arriesgar para no morir para los indígenas. Pasado cuatro meses y algo, en el medio del Océano Pacífico, encontramos una isla que no estaba en ningún mapa que llevábamos, pero como ya estábamos hace casi cinco meses en el medio del Océano, teníamos que ir para esa isla. Cuando la nao paró en la isla misteriosa salimos de la nao y encontramos una isla llena de edificios altísimos y modernos, pero parecían abandonados. Nosotros nos extrañamos de cómo eso era posible, ya que estábamos en el siglo XVI y nunca nadie en Europa sabía de la existencia de esa isla. Entramos en los edificios abandonados para ver si encontrábamos algo o alguien. Los edificios por dentro estaban llenos de plantas y arañas. Subimos las escaleras que nos llevaban para el tercer piso, cuando llegamos al tercer piso, descubrimos una habitación llena de cuadros de una sola persona. Nadie de los navegantes que nosotros habíamos llevado sabían quién era esa persona de los cuadros. Como no sabíamos quién era nos fuimos de esa tal edificio y cuando salimos estaba en la puerta el hombre que estaba en los cuadros. Él intentaba hablar con nosotros pero nosotros no entendíamos nada. Nosotros queríamos irnos de aquella isla, pero él no nos dejaba irnos y nos pidió una nao. Nos negamos a dar una nao y nos fuimos, pero cuando estábamos yendo hacia la nao, ese tal señor nos persiguió y nos llevó a Magallanes sin que nosotros lo viéramos. Cuando llegamos a la nao, reparamos que Magallanes no estaba con nosotros. Salimos de la nao y lo fuimos a buscar pero no lo encontramos.  Pasado dos años llegamos finalmente a España, pero infelizmente sin Magallanes. Magallanes y yo teníamos un objetivo, pero solo yo conseguí completar ese objetivo.


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