Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2022

SERRANO. 4B

  Llevaba un pasó firme y acelerado aunque debía ir con cuidado ya que algunas de las pequeñas baldosas de la calle estaban despegadas y bastante resbaladizas, el cielo estaba encapotado y grisáceo, hacía un viento leve pero muy frío, también se podía notar un ambiente húmedo ya que había llovido fuertemente los días anteriores y parecía que el sol no iba a brillar hasta dentro de mucho tiempo. Marta estaba apresurada, y algo nerviosa ya que iba quedar con una antigua amiga de su infancia, las dos habían quedado la cafetería Asturias que era un lugar bastante inusual que era cercano a su nueva casa. Una vez allí, se encontró con Ana que bebía un chocolate caliente acompañado de un trozo de una tarta esponjosa que tenía una pinta deliciosa. Se acercó a la pequeña mesa de cristal que había al final de la cafetería, era cuadrada y estaba decorada con cuadrados blancos y negros como si de un ajedrez se tratase; Marta se sentó rápidamente en la incómoda silla y nada más llegar ya se había f

Araque. 4A. La tienda de alfombras.

  Un día más, Julio pasaba por aquella oscura tienda de alfombras, en la que no mucha gente entraba. Ese día, Julio pasaba por allí y decidió entrar, para observar la tienda, al entrar había un olor peculiar que Julio no supo definir. Estaba toda la tienda repleta de alfombras, por las paredes, techo y suelo. Dentro, se encontraba la que parecía la jefa de la tienda, era una mujer mayor con gafas y un sombrero especial, también había una ayudante, que se encargaba de limpiar los cristales, alfombras, etc. Y además había otra persona, que creo que era un cliente.   La tienda era oscura, estrecha pero larga, se podían encontrar todo tipo de alfombras, había alfombras largas, cortas, grandes, pequeñas… Después de darle una ojeada a la tienda, Julio le pregunto a la jefa de la tienda cual era la alfombra más especial que tenían, le dijo que no estaba expuesta al público, y él le dijo que si podía verla, ella dijo que sí. La jefa le llevo hasta una puerta grande, bonita, limpia, etc. Ju

CAMACHO. 4A. El supermercado de la esquina.

  Otro jueves igual a los demás. Valentina se dirigía a la tienda de su calle para comprar comida, como todos los días después del colegio. Era un día lluvioso. Bajó la calle inclinada que dejaba pasar un viento sonoro y frío que incomodaba su cuerpo, que estaba helado. Dobló la esquina, y ahí estaba el supermercado. Sube la famosa rampa de piedra, con azulejos blancos, ahora sucios y amarillados con el pasar del tiempo. A su lado está un muro largo y grande, que da forma al mismo, con imágenes de frutas variadas. Fuertes rejas de hierro daban el aspecto moderno del edificio, que había sido construido cuando Inés era pequeña. En su memoria borrosa y aislada de todo el mundo, se acuerda de caminar al lado de su abuela, y mirar un edificio en construcción. Nunca había visto algo tan raro en esa edad prematura. Al entrar, las puertas se abren ante sí. Miró por todos lados. Tenía un ambiente lúgubre y pesado. El guardia alto, chaleco negro y zapatos grandes, tenía la mirada fija en las man

JARA.4A_El bazar chino

                 Era un momento ferviente en el cual Velasco escapaba de unos perros, según él, babosos y rabiosos. Como último recurso que tenía, decidió engullir su barrita energética oculta en su bolsillo. Al ingerir la última reserva restante de comida que llevaba encima, se dirigió a comprar más, ya que era un hombre hambriento con un estómago feroz. A pesar de tener hambre y estar cansado, siguió andando hasta toparse con una larga fila saliente de un bazar chino bastante viejo. Una fila kilométrica e interminable que dejaba a Velasco impaciente y, por consiguiente, se sentó a esperar debajo de un árbol. Era un día tranquilo, unas brisas suaves y tenues acompañadas por intermitentes ráfagas de viento recorrían las calles de la ciudad, caían hojas de colores cálidos de los árboles caducifolios, representativos de la calle, en una época retratada como el mosaico de todas las estaciones, el otoño. Cuando llegó el turno de entrar a Velasco, se pudo observar dentro del local, estrecho

Cocco.4A Un sueño realizado

  Pedro soñaba en conseguir  comprarse unas botas de Cristiano Ronaldo, en el verano fue a trabajar a un bar de playa para conseguir el dinero. Consiguió ahorrar 200 euros y durante el año lectivo estuvo dando clases de matemáticas para conseguir el dinero.  Finalmente obtuvo el dinero necesario para comprar las botas con las que siempre soñaba. Buscó en internet la tienda Nike más cercana de donde se encontraba, rápidamente se dirigió ahí. El estaba delante de la tienda , era gigantesca,  la mayor que el alguna vez había visto , el escaparate  estaba lleno de botas y camisetas de calidad. Se quedó unos buenos segundos mirando por el escaparate hasta que por fin entró. Se puso muy nervioso porque no encontraba las botas que quería, se dirigió a la caja para preguntar y la encargada le dijo que aguardase en el almacén , al entrar en el almacén se fijó que todo estaba patas arriba y a su derecha tenía inmensas cajas  de zapatillas de todos los números y colores posibles , a su izquierda

Román. 4A. La esplendorosa visita.

 La esplendorosa visita  Era un día corriente como cualquier otro y Alicia, la criada de una familia adinerada, decide, en sus horas libres, ir a tomar el aire y pasear por las antiguas calles del pueblo. Ella se aburría, siempre tenía la misma rutina, y los mismos hábitos. Alicia ya estaba cansada, ya no sabía qué hacer con su vida, pero en el fondo ella sabía que necesitaba ese trabajo para no entrar en una crisis económica. Hasta que, esa misma tarde encuentra una tienda nueva por las calles del pueblo. Para ella era sorprendente, ya que nunca había presenciado tal maravilla por tales tierras. No esperó más y entró enseguida. Al entrar, se deslumbró, millones de piedras preciosas la rodeaban, parecía un lugar seguro, pero, al mismo tiempo, misterioso y peligroso. Alicia tuvo la voluntad de atravesar un extenso y confuso pasillo, aunque se sometiera al miedo a la incertidumbre. Parecía que no acababa, ella estaba a milímetros de la salida y ya contaba los minutos que le quedaban para

GIRALDO.4A.Donde entré y no tendría que haber entrado nunca

 Celia entró por la puerta y ya le pareció todo muy extraño. Solo había máquinas de comida de color naranja a su alrededor. El suelo estaba repleto de envoltorios de plástico y papel, y bastante sucio. Celia empezó a andar. Quería comprar algo para comer que fuese saludable, bueno y fácil de comer. Apenas había luz, entre una lámpara que estaba fundida, otra que parpadeaba y una que iluminaba muy poco, casi no se veía nada. Cada máquina tenia algo de luz, cosa que salvaba el ambiente oscuro que había. Celia dio una vuelta a la tienda entera y al final del todo, en una esquinita, se encontraba un asistente sentado en una silla viendo la tele y comiendo patatas como si nada. A esta le pareció mal, ya que solo al final de la tienda encontró alguien que le pudiese ayudar y además en esos modos. Celia le miro de arriba abajo al asistente, puso cara de asco y siguió con lo que estaba haciendo antes. Ya había dado una vuelta entera a la tienda y no había encontrado más que máquinas de hamburg

Almeida. 4A_El supermercado

  Mariana acababa de llegar a la entrada del supermercado, con dudas de si entrar o no. Ella solía ir al mercadillo del pueblo, pero siendo un domingo, estaba cerrado. Mariana estaba  parada en frente de la entrada del supermercado, no tenía buena pinta. Tardo unos minutos en decidir si entrar o no, pero al fin tuvo que entrar a comprar lo que necesitaba.   La entrada era un pasillo estrecho con una alarma en cada lado, parecían viejas y a lo mejor ni siquiera funcionaban pero seguían ahí. Estaba semivacío, las personas la miraban de manera rara, ya que Mariana no se parecía con el resto de este lado del pueblo, ella no se sentía bien aquí, esta parte del pueblo le asustaba, y eso se podía ver por su cara, por eso que le miraban. Le faltaban huevos y naranjas, así que tras transcurrir el estrecho pasillo de la entrada   se acercó a la zona de las frutas. Se veían todo tipo de frutas, manzanas, plátanos, fresas, naranjas… Mariana se acercó a las naranjas y se puso a escoger las que tení

LUMBRERAS.4A_La tienda de carteras

          Se dispuso a entrar en la tienda de carteras para poder comprar una nueva, pues la suya ya tenía mucho trote, y los bordes del cuero ya no podían dar más de sí. Delante de la puerta del negocio se percató del color ocre de las letras que decían “ Carteras Constantino” , antaño doradas pero por el tiempo se habían deteriorado hasta ese estado.           La tienda tenía un aire lúgubre, pues la abundancia de espacios oscuros le daban el aire clásico y sobrio. Nada más entrar estaban a la derecha las carteras más económicas, de un cuero de un comercio local bastante fino y casi sin gravados, es decir, poco manufacturados. Lucrecio era un hombre célebre y uno de los mejores negociantes de la actualidad,  y no podía permitirse salir a la calle con ese tipo de billeteras, teniendo en consideración que alguien lo fotografiara y pudiese ser condenado por la imagen pública. En la parte trasera de la tienda estaban las carteras más exclusivas, y una llamó en especial la atención de Luc

Domínguez. 4A_Los zapatos

  Era un fin de semana de verano, con poca gente en la calle, exceptuando el constante flujo de personas accediendo y saliendo de la tienda. El sol tardío incidía sobre la ropa expuesta ostentosamente en el escaparate que llamaba a entrar en aquel supuesto lugar fantástico. Juan, antes de entrar, se fijó en el tipo de clientes que acudían a aquel lugar, siempre finos, siempre limpios, con buena apariencia y adinerados aunque arrogantes e ignorantes la mayoría. Después de aquella tarde, Juan se convertiría en uno más de ellos. Mirando a su derecha, vio a un mendigo pidiendo limosna a estas gentes finas para sobrevivir. El mendigo era sucio, con ropa gastada y siempre ignorado por el constante flujo de personas en la calle. Al entrar, se encontró con una realidad completamente distinta a la de la monótona, vieja y pálida calle que conocía hace muchos años. La tienda blanca y reluciente estaba repleta de ropa de varios colores, tamaños y formas: chaquetas marrones, pantalones azules, ca

Paulo-Lobo. 4B - Otro miércoles

  Otro miércoles más, Maricarmen entró en el oscuro restaurante acompañada de su padre. Se sentaron en la misma mesa, la segunda a la izquierda. En realidad, se podían haber sentado en cualquiera, ya que el restaurante estaba más vacío  que la nevera de un estudiante de Erasmus. La camarera se acercó a la mesa. Daba la sensación de que estaba aburrida o enfadada, o las dos cosas. Mientras hacían el pedido, Maricarmen se dió cuenta que la camarera ni les miraba a la cara. La camarera afirmó con la cabeza y se dirigió rápidamente a la cocina. Mientras Maricarmen y su padre esperaban por la comida, charlaban tranquilamente. Se escucharon unos gritos que venían desde la cocina. No se sabía muy bien en qué lengua hablaban. A lo  mejor, era inventada, o hablaban en código para que nadie les entendiera. Al instante, la camarera volvió con los platos. Los posó con tan poco cuidado que la salsa se escurrió por el borde de uno de ellos.  No le importó los más minino. Se dió media vuelta sin disc

NAVAS.4B-EL CALLEJÓN

 Pablo iba caminando por la calle 13 de la avenida más larga de su ciudad, una de esas calles anchas que recordaba casi de memoria. Pablo era una persona difícil de sorprender, ya estaba cansado de ver siempre lo mismo de camino a la universidad, pero esa mañana estaba apunto de pasar algo que se le quedaría marcado en la cabeza para siempre Al llegar al final de esa calle, encontró un callejón que le resultó raro, y se extraño al darse cuenta de que nunca se había detenido a observar lo que escondía; así pues cesó el paso y tuvo unos segundos de indecisión, en los que pensó se era buena idea aventurarse en ese misterioso callejón, miró su reloj, aún le quedaban 25 minutos llegar a la universidad y ya estaba medianamente cerca, entonces se dijo a si mismo:¿por qué no?, acto seguido encamino sus pasos hacia es callejón, en el que apenas entraban varios rayos de luz de media mañana, había un ambiente pacífico pero espeluznante a la vez, era un lugar que resultaba extraño respecto a la ci

CEBOLO.4ºB. Emigranta

      Llamabánla "Emigranta"; se encontraba en un lugar insalubre de la ciudad, tan deletéreo como la pandemia, que ellos mismos estaban sufriendo. Según ella misma decía, el loco que inventó este lugar en el mundo, habrá de encontrarse tan mal en el otro que quiere castigar más a los ingenuos que todavía viven en él.     Emigranta era huérfana; su padre habría muerto luchando por su país y su madre murió en cuanto pasaba la frontera, con ella, de Ucrania a Hungría. Por consiguiente, no teniendo nadie a su cargo Emigrantra fue a parar a la Barriada. Se podía ver desde lejos, que las prendas de ropa asentadas en su cuerpo no eran nuevas, por lo contrario, estaban acabadas, demasiado consumidas y con ciertos agujeros que fueros creados a lo largo del camino hacia un nuevo país.     Como ella, se encontraban así otros más: algunos fallecían debido a las malas condiciones y en adicción a la pandemia y Gripe A que se propagara por el mundo más rápido que la luz. Otros ahogaban sus

MÉNDEZ 4B_SUBSISTIR

  A las seis de la mañana de un día frío con el cielo cubierto de nubes con diferentes tonos grisáceos que dejaban caer pequeñas gotas de agua bañando el rizado y moreno pelo de Jacinta, ella con la paciencia y serenidad que la caracteriza, aguardaba a la entrada del supermercado arrimada a la fachada amarilla y vieja esperando que empezase su turno de trabajo. El mismo turno de todos los días que la tenía harta, le parecía aburrido, monótono y muy exigente, sin embargo, lo afrontaba con una sonrisa en la cara tratando bien a cada cliente con el que mantenía una conversación a lo largo de la jornada.    Al fin se encienden las luces y se abren las puertas emitiendo un largo y agudo sonido debido al roce con el suelo mojado, Jacinta se dirige a la caja con paso rápido, tiene poco tiempo para prepararlo todo, se pone su uniforme incómodo y llega el primer cliente, trae un carro repleto de comida, agua, papel higiénico y variados productos de limpieza, Jacinta lo saluda y empieza a pasar

Ros. 4B_Es cuestión de ayudar el medio ambiente

 El caos de la capital portuguesa es algo que anda de mano de quien vive en Lisboa. Es algo que  acompaña a donde vaya la gente entre las ocho y nueve de la mañana y entre las cinco y las siete de la tarde. Entre las colas interminables de tráfico en las avenidas principales de la ciudad y el querer andar sin chocarte con la gente en la calle para llegar a su destino es algo que forma parte de la rutina lisboeta. Algo inevitable. Pero Cristina ya está acostumbrada.  Cristina escoge utilizar el metro como método para desplazarse porque sostiene la idea que es mejor utilizar transportes públicos frente a los privados. "Es cuestión de ayudar el medio ambiente" -contesta ella cuando le preguntan el por qué de decidir entrar en las escaleras que te llevan a lo subterráneo. Esta respuesta es clara para ella pero,  ¿ por qué tendrá alguien la iniciativa de entrar en ese sitio? Pero, tras esa reflexión, Cristina acaba siempre por hacer lo que hace siempre. Entra, baja las pegajosas y

LAGOA,4B_CARECA

  El olor del pan acabado de salir del horno le hace despertar siempre de buen humor. Samuel se levanta y se viste para ir al cole como siempre, sale por la puerta y se despide de su madre. Hace su clásica parada, antes de dirigirse a su instituto, la panadería del barrio de los pijos o también conocida como “Careca”. Primero cuenta cuántas monedas tiene para comprarse un poco de pan del día anterior, 0,5€ es lo que tiene dentro de su improvisado monedero.  En el camino, se encuentra siempre a la familia Peréz, el Sr.Peréz y la Sra.Peréz,  fumando su cigarro, y sus dos hijos gemelos que nadie les sabe distinguir,  por lo que les llaman a los dos por el apellido. Nunca les habló en la vida, pero siempre que los ve observa sus caras de asco que le hacen por la ropa que lleva vestida y escucha siempre las carcajadas que se intercambian los gemelos. Por este camino tampoco tiene ninguna intención de hablarles.  Al lado de la panadería hay un jardín, dónde se sienta comiendo el pan, porque

GARCÍA-AMORENA. 4B_IGNORANTE

 [Pauperta y Liberta, es una novela de argumento sencillo, y complejidad significativa del pleno siglo XXI. Es la historia de dos mujeres completamente diferentes; la primera representa la pobreza debido a la crisis social en el momento, se encuentra en paro. La segunda es una joven que vive sola, está independizada y estudia en una Universidad privada. Comparten un recorrido en el mismo tren todas las mañanas a las 7:40 y el destino decidirá encontrarlas] Otro insignificante lunes, Berta desganada, aún con sofisticada ropa de marca, se adentra en aquella repugnante e insalubre puerta, y, de pronto, los tres pitidos que indicaban que esta disponía a cerrarse, sonaron. Paupe, entró en el último instante, húmeda, coleta deshecha, ropa arrugada y llamativo olor debido a la carrera anteriormente realizada. Berta tendía a escuchar música, aislada de cualquier interacción humana mientras miraba a Pepa extrañada, a lo lejos sin empatía alguna, razonando si solicitar un Uber pues sus tacones r

Álvarez. 4B La pequeña biblioteca

  Aquel lugar en el que abunda el silencio, pero a la vez está tan lleno de emociones, donde la joven pelinegra de ojos claros amante de los libros, Sophia va día tras día. Era un día de primavera de esos lluviosos en los que a medida que avanzas por la acera te vas mojando por el movimiento de los coches, de esos que al despertarse miras por la ventana y se te bajan los ánimos. Entró por la enorme puerta de la biblioteca, estanterías obsoletas repletas de libros tanto por la izquierda como por la derecha -¡Buenas tardes señora María!- pronunció Sophia como de costumbre. María era la secretaria de aquel lugar, que su única vocación en la vida fueron los libros. Tras subir las viejas escaleras de madera se sienta, como siempre, en la mesa blanca al lado de la sección de libros de Lorca, sus favoritos .  Pero hoy era distinto, al cabo de 10 minutos entró un rostro desconocido en aquella biblioteca. Un joven rubio, de estatura media, ojos azules y ropa en boga, al cual Sophia denominó com

Abeijón. 4B El callejón de los grafittis

     Estaba Juana caminando por la calzada portuguesa, volviendo a casa cuando se percató de las fachadas de las casas de la zona central de Lisboa. Eran realmente preciosas. Le fascinaba la idea de que habían calles y más calles con estos edificios tan bonitos.       La mayoría de Lisboa estaba aprovechando uno de los últimos días de sol del verano. Se notaba el placer del descanso en la mirada de la gente. Juana era una de esas personas. Seguía mirando los edificios cuando giró a una calle menos ambientada y vio que estaba completamente grafiteada. Miraba hacia la derecha y había una firma de alguien que debía de haber estado en ese mismo lugar recientemente. A su izquierda habían borrones menos recientes, gastados por la lluvia y el roce del paso de la gente. Vio a un adolescente pintando una pared con tinta de spray y tuvo la pequeña esperanza de que fuese uno de aquellos murales espectaculares que se encontraban en grandes fachadas, pero se desilusionó al avanzar un poco y ver que

PARRA. 4B - La peculiar estación de Santo Amaro

       Al terminar el día, cuando el Sol ya se ve flotando en el agua, Margarita y su familia empezaban a recoger las cosas, ayudaban a los socorristas a recoger todo el equipaje pues ese lugar al lado de ellos ya estaba reservado para esta familia y tras tres meses de hacer lo mismo ya se podrían considerar "amigos" de los guardianes de la playa. Recogían la toalla, se vestían y procedían a salir del paraíso, subían la cuesta del parquin y se iban a casa. Margarita como mucha otra gente le tocaba ir andando a su hogar. Ya había subido esa rampa, no muy íngrima pero tras ocho horas de playa se nota el cansancio, y se dispone a pasar el puente del tren para llegar a la parte de tierra. Una estación de tren un tanto peculiar, que aunque parezca un simples lugar para coger este vehículo, en esta época del año, principalmente, es diferente, por lo menos en el punto de vista de Margarita. No tanto por la mañana, ya que ella cruza la estación a una hora bastante temprana y aún no h

Rodríguez. 4B

Ramón  miró el cajón del armario, vio que necesitaba ropa para una fiesta que tenía el día siguiente, ese mismo día se fue a comprar al centro, entró por la puerta de la tienda aunque  no era una tienda muy grande ni tampoco muy pequeña. Tenía dos pisos. Lo extraño que vio es que solo había dos trabajadores, uno en recepción y otro colocando camisetas, pantalones... Tal cual entrar, fue a ver las camisas. Miró  varias pero en aquel momento  no le convenció ninguna hasta haberle llamado la atención una que estaba casi escondida . Tras haberle llamado la atención una camisa fue a hablar con el recepcionista para que le recomendara algún pantalón. L e enseñó algunas, pero no le gustó la  forma con la que le habló. Le tuteó, algunas veces y  le trató como si fuese su amigo de toda la vida  mientras le recomendaba algunos pantalones. Especialmente le gusto uno, exactamente uno blanco, siguió viendo con la intención de que le fuera a gustar otro...   Fue al probador a probarse la camisa y el

Arnela.4A.La rareza de la tienda de anime.

Sofía, una niña indecisa y a veces un poco extraña, sentada en la parada de bus enfrente a su tienda favorita, no era una tienda cualquiera, cualquier niña de su edad se fijaba en tiendas de ropa, pero ella estaba obsesionada con una tienda de libros de anime. Al rato de estar a la espera, decidió entrar, y para ella fue como si entrara en un gran palacio de Disney. Al entrar por la puerta, se observan baldosas cuadradas en el suelo y una luz fuerte, justo aparece alguien, la encargada que le dijo, “¿Perdone necesita ayuda?”, ella sin razón y un poco indignada porque la habían llamado de usted y tan solo era una niña de 13 años, con cara antipática respondió, “si gracias estaba buscando un libro llamado Naruto”, ella contestó, “claro sígame por favor”. La llevó, por una parte de la tienda que nunca jamás había visto, ella ni nadie en mi opinión, una parte oculta, pero decidió seguirla, al lado derecho había grandes estanterías de libros por todos lados, y al lado izquierdo, a cada minu

Aira. 4B La puerta con sensor de corto alcance

     Celia se acercó al sensor de corto alcance de la puerta que tendía a vacilar antes de abrirla y permitirle pasar al supermercado. Nada más poner un pie en el interior del local miró hacia la derecha para descubrir que, al igual que casi todos los días, no quedaban más que dos carritos metálicos, uno pegajoso por alguna fruta podrida y otro con varias bolsas de plástico dentro. El resto de carros debía de estar esparcido por el aparcamiento subterráneo esperando inútilmente que alguien los recogiera. A la izquierda había varias cestas apiladas y se decantó por coger una de esas en su lugar. Avanzó por las baldosas cuadradas escuchando el traqueteo a la vez que alternaba su mirada entre las cajas registradoras a la izquierda y la pequeña parafarmacia a la diestra. La luz era intensa y con un tonillo amarillo que pretendía hacer el lugar más acogedor. Llegó a la sección del pan y comprobó que en las cuatro mesas dispuestas como si se tratase de una cafetería no había nadie y que el p

Estévez 4C Decatrón

Un día, en la casa de mi madre, vi en el móvil un anuncio de una tienda nueva que vendía artículos deportivos cuyo nombre era Decatrón, me quedé curioso por el  nombre, parecia tener conexión con robots. Yo le pregunté a mi madre si podíamos ir un día para ver si valía la pena comprar ahí, si la tienda fuese buena, aprovechabamos y comprabamos unos zapatos nuevos. Unos días más tarde, en el fin de semana, el sábado por la tarde, le recordé a mi madre para ir a la tienda y ver que venden, ella me dijo que lo haríamos después de las cinco y quince ya que teníamos que ir a llevar a mi hermano a la casa de mis abuelos ya que él no quería venir. Al salir de casa para ir a dejarlo, nos dimos cuenta que no teníamos las llaves del coche, no fue un gran problema ya que no pensábamos usarlo ya que no tenía suficiente gasolina. Cogimos un autobús, lo dejamos en la casa de mis abuelos, y cogimos otro autobús en dirección a la tienda. Al llegar ahí, hemos visto que la tienda pertenecía a una empres

Sancho.4C

Sara entró en aquella tienda sombría pero agradable al mismo tiempo, en la que fue saludada por un señor mayor vestido con un jersey y con ese característico olor a humedad de la gente mayor, pero que al mismo tiempo mantenía una gran sonrisa en la cara. Ella entraba solamente a por un poco de leche y una caja de cereales para la cena de aquella oscura noche. Pasando por las vacías estanterías se dio cuenta de que no iba a encontrar lo que deseaba, así que un tanto disgustada tuvo que cambiar de idea. Como siempre el señor se acercó para preguntarle si podía ayudarle en algo, aunque rápidamente se fue al entrar una chica esbelta y muy bien vestida a la tienda para ver quien era, sorprendentemente se puso a hablar con ella por lo cual yo me acerque un poco para ver de qué conversaban. Ya en ese instante me di cuenta, de que por sorprendente que parezca, aquella chica tan elegante era la hija de este humilde señor dueño de la tienda, y que el diálogo que mantenían era solamente irrelevan

Reinaldo. 4C - La tienda de Paca

Eustaquio se presentó en la humilde tienda de doña Paca a las 9 de la mañana y saludó, de manera energética. Eustaquio era un hombre de muchos talentos, era dueño de una tienda de forraje basto, un circo urbano y una tierra de amplio terreno… Ese día, vestía una camisa de color rojo grisáceo con muchos cortes, que parecían ser de un gran animal, y un pantalón viejo de color verde vivo. Paca era una chica humilde que trabajaba en esa tienda como legado familiar desde que tenía 11 años. No solía hablar con los clientes y, cuando hablaba, se limitaba a saludarlos de manera respetuosa pero sin mucho afán, sin embargo, con Eustaquio era diferente. Todos los domingos, Eustaquio iba a la tienda de Paca, vestido de una manera humilde, aunque realmente tenía mucho dinero sobrante. Su vida era un misterio, y, aunque sea increíble, esto lo siguió siendo para siempre... La tienda, por otro lado, no era nada alejado a lo común. Era un lugar que parecía una casa cural por fuera, pero, una vez d

Fernandes Peres, Martim 4C

    EL MERCADILLO DE MI CALLE           Todos los días cuando salgo de casa veo una tienda preciosa, es un mercadillo, de un viejo ya pequeñito llamado Ari, es bastante amable y simpático. Cuando lo veo le saludo siempre y como es el único que trabaja en la tienda a veces le ayudo con lo que necesita. Cuando le ayudo se anima en trabajar, todas las mañanas carga en sus costillas kilos de sacos con comida. Ari es muy buena persona, además de su trabajo, ayuda a los que necesitan, con comidas y ropas.            La tienda no era muy grande, tenia dos mesas dentro y una fuera junto de la carretera, la tienda era muy oscura, pues las luces eran bastante malas y no eran cambiadas hace años. Tenia las frutas fuera y dentro solo vendía pan y otros dulces tradicionales.        A Ari le gusta pescar, y su sueño es comprar una tienda cerca del mar, dónde pueda vender pescados y continuar con su mercadillo. Vive solo ya que su familia murió en un incidente de coche. El pobre tuvo que ir a un psic

Pedro, Sergio. 4C "La Montaña de sabores"

      Juan reconoció el cartel de "Pan caliente" en la entrada de la tienda. Por allí entró, mientras se sentía invadido por el aroma de la masa horneada. Preguntó a una mujer que allí se encontraba, preparando un colorido plato color tropical de frutas, por una mesa para comer. Le contestó que en el otro lado de la tienda había libres unas cuantas. Aquel establecimiento era uno solo, pero lo divdía una pared y una puerta, que al pasarlas, te transportaban a otro mundo. Juan se sintió invadido por el dulce olor del café y el característico olor de la brasa portuguesa. Eligió mesa y se sentó. No tardó en venir un señor de unos sesenta años, con ya varias marcas símbolo de larga vida por su cara, a entregarle la carta y a dejarle un cesto con pan y bollería. Cogió la carta y, mientras degustaba el crujiente pan, embadurnado del salado sabor de la mantequilla derretida debido al calor de la hogaza, se puso a elegir un plato. Terminó decidiéndose por una hamburguesa que la carta

Lobo. 4C. La tienda de la esquina

     Ahí estaba yo, en esa tienda a la vuelta de la esquina, con un brillo sombrío en la que solo entraba un rayo de luz a medio día, no había mucha clientela pero, aún así el negocio se mantenía. Los lunes a primera hora llegaba la única trabajadora, con una bolsa de manzanas que había acabado de comprar en la frutería de al lado, también sombría.       El primer cliente que llego ese día era un señor, un tanto mayor, y de los únicos clientes habituales, se veía que no tenia mucho dinero, se vestía con unos andrajos viejos y desgarrados. A medio día llego un cliente también  mayor y desgastado le acompañaba un perro; viejo, flacucho y oscuro; se notaba que no se le alimentaba bien. Por la noche, llego una señora, de mediana edad, no tenia malas ropas pero tampoco las mejores, se  podía  observar que era la dueña de la tienda, se notab a  por la manera en la que hablaba a la trabajadora.  Al día siguiente, martes, llego un tipo... un tanto peculiar, llevaba una chaqueta de cuarta o qui

Pineda4C- No pares en Sol

              Josefina y Juan, amigos desde sus primeros años de vida, pasan todas las navidades en Sol. Les encanta ver las luces, los turistas sacándose fotos en el kilómetro 0, los niños comprando globos y juguetes que se romperán o dejarán de usar en apenas unas horas. Veían todas las familias preocupadas por no llegar a tiempo a la reserva de aquel restaurante que tienen reservado hace meses, los adolescentes con sonrisas que no les llegan a los ojos, los universitarios con un bocata de calamares y mahonesa paseándose por las calles del centro, ponderando si hacerse un piercing nuevo o si volverse a su apartamento de 20 metros cuadrados a estudiar. Y por supuesto, los más mayores, sin familia o amigos con quien celebrar las festividades, que buscan compañía en las multitudes de gente donde pasan desapercibidos.  Josefina y Juan sentados a la entrada de La Mallorquina, admiran la entrada de metro de Sol, que tiene mas salidas que gente en toda Madrid. Admiran todo el alboroto con u

Delgado 4C

 La pequeña tienda del centro Me dijeron que necesitaba ropa nueva, y tan rápido como me lo dijeron me encontraba frente a una pequeña tienda en el centro de la ciudad. No parecía que se tratara de un gran almacén, ya que apenas contaba con dos trabajadores, los cuales debo resaltar que estaban impecablemente vestidos, como si de una boda se tratara. La tienda por fuera no pasaba de una humilde vitrina en la cual se exponía la ropa de la temporada y algunas de las ofertas del momento; por dentro tampoco cambiaba mucho la cosa, era una tienda pequeña, con una iluminación amarillenta, dos pisos en los cuales la ropa estaba expuesta de forma completamente organizada y a conciencia, por las prendas que pude observar a primera vista parecía ser una tienda de ropa para varón. El humilde local no parecía muy concurrido, apenas pude notar que se encontraban allí otros clientes, y en los que sí me fijé fue en una hombre que aparentaba estar en sus 60 años y en una pareja de media edad, todos el

Reis, Hugo. 4ºC

  El mini mercado Llegaba Hugo de su última clase, cansado de toda la sintaxis y las oraciones subordinadas que tanto le explotaba la cabeza. Subió a su casa por esas escaleras negras que frecuentaba a diario. Abrió el portal, miró el correo y subió a casa. Una primera planta con tres habitaciones. Deja la mochila sobre la mesa, coge unas monedas que tenía desechadas y sale corriendo de casa junto a su hermano a por ese pastel que tanto tiempo había ansiado, pero que se encontraba agotado. Sale de su edificio y se para enfrente de ese mini mercado que todos los días observaba con detalle. Entra y saluda a los dos empleados que ahí trabajaban. Un señor de unos 40 años, con su delantal negro y una sonrisa de oreja a oreja y una señora de unos 50, de pelo corto y rostro cubierto por su mascarilla. El señor contesta: “Hola buenas tardes, desea algo joven”. Hugo decide ir a buscar por sí mismo el pastel y contesta que no. Avanza por la tienda y observa todos esos productos empaquetados. Pro

Reis, Tiago 4ºC_La pequeña tienda bajo su casa

La pequeña tienda bajo su casa      Eran las 10:30 de la mañana y Tiago bajaba como todas las mañanas a comprar el pan para el desayuno. Salía de su portal. Un portal de cristal con unas barras azules y un gran espejo donde toda vez que pasa alguien se escucha una leve y suave música. Se dirigía a la tienda que está justo debajo de su casa tras bajar unas escaleras de mármol un poco desgastado y llega a la entrada de la tienda. Es pequeña, con una puerta de cristal y siempre que entra, cada mañana, le viene un leve olor a pan que acaba de salir del horno. La cajera siempre le saluda. “Lo habitual supongo” le dice. Es una señora de media edad. Va siempre con un delantal negro con el nombre de la tienda y le sirve siempre el pan en una bolsa de papel. Antes de pagar siempre daba una vuelta a la tienda a ver si pusieron algún producto nuevo en esas estanterías refinadas de madera de las cuales sale el embutido que se pone en el pan o de vez en cuando algún paquete de arroz o algún paquet

Galdós: creando un espacio narrativo.

Somos escritores y escritoras 'realistas' y vamos a retratar nuestra sociedad con intención crítica, como hacía Galdós.  Fíjate en este fragmento para tratar de imitarlo. Luego elige una tienda que veas a menudo porque la vas a describir, toma notas de detalles que te parezcan definitorios de esa tienda... fíjate en el tipo de personas que acuden a ella, la luz que tiene, etc. Más tarde, ya en tu casa, recopila todos tus comentarios y tus anotaciones y redacta una descripción de tu tienda. Recuerda que debes nombrarlo como ya sabes  (Apellido. 4grupo) y etiquetarlo con estas dos etiquetas: AQUÍ SE CREA, Galdós. [Fortunata y Jacinta es una novela de argumento sencillo y gran complejidad significativa. Es la historia de dos mujeres (auténtica, sincera y primitiva la primera, y “un ángel de la sociedad” la segunda) unidas por el amor a un mismo hombre, vacío, inmoral y sin carácter. En este capítulo IV, él -Juanito Santacruz- conoce a Fortunata.] −IV− Juanito reconoció el número 1