La A, lunática y loca
se levanta en el lúgubre laberinto;
la U, el último umbral utópico
que urgentemente hurga en el pasado;
la N, observa por la noche
el renacer anaranjado de antiguos amores;
la A, me abraza,
-ansiosa- por nuestro amor abismal,
que aumenta y aumenta sin cesar.
Muy buen poema
ResponderEliminarfenomenal
ResponderEliminarFe-No-Me-Nal
ResponderEliminarIncreíble
ResponderEliminarQue originalidad, me encanta ¿Puedo ser tu A?
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