Estaba Juana caminando por la calzada portuguesa, volviendo a casa cuando se percató de las fachadas de las casas de la zona central de Lisboa. Eran realmente preciosas. Le fascinaba la idea de que habían calles y más calles con estos edificios tan bonitos.
La mayoría de Lisboa estaba aprovechando uno de los últimos días de sol del verano. Se notaba el placer del descanso en la mirada de la gente. Juana era una de esas personas. Seguía mirando los edificios cuando giró a una calle menos ambientada y vio que estaba completamente grafiteada. Miraba hacia la derecha y había una firma de alguien que debía de haber estado en ese mismo lugar recientemente. A su izquierda habían borrones menos recientes, gastados por la lluvia y el roce del paso de la gente. Vio a un adolescente pintando una pared con tinta de spray y tuvo la pequeña esperanza de que fuese uno de aquellos murales espectaculares que se encontraban en grandes fachadas, pero se desilusionó al avanzar un poco y ver que era un garabato más. Siguió avanzando, dispuesta a salir de esa calle que tanto la apenaba.
Bien... pero es muy corto, nos faltan las descripciones detalladas de ese callejón, de sus colores, las texturas de sus paredes, el ambiente que se crea en él.
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