Celia entró por la puerta y ya le pareció todo muy extraño. Solo había máquinas de comida de color naranja a su alrededor. El suelo estaba repleto de envoltorios de plástico y papel, y bastante sucio. Celia empezó a andar. Quería comprar algo para comer que fuese saludable, bueno y fácil de comer. Apenas había luz, entre una lámpara que estaba fundida, otra que parpadeaba y una que iluminaba muy poco, casi no se veía nada. Cada máquina tenia algo de luz, cosa que salvaba el ambiente oscuro que había.
Celia dio una vuelta a la tienda entera y al final del todo, en una esquinita, se encontraba un asistente sentado en una silla viendo la tele y comiendo patatas como si nada. A esta le pareció mal, ya que solo al final de la tienda encontró alguien que le pudiese ayudar y además en esos modos. Celia le miro de arriba abajo al asistente, puso cara de asco y siguió con lo que estaba haciendo antes. Ya había dado una vuelta entera a la tienda y no había encontrado más que máquinas de hamburguesas, bocadillos de embutidos, patatas, bebidas y bollos. Nada de ensaladas, sopas o cosas de picotear más sanas, cosa que le pareció mal porque la demás gente que quisiera algo, como ella, no podría encontrar nada o simplemente permitía que los niños e incluso adultos cuando tengan que comer algo rápido, solo se compren porquerías.
Por suerte, había una máquina de café, que también le ayudaba a Celia ya que había dormido poco esa noche. Empezó por marcar el número e insertar el dinero, hasta ahí todo muy bien. Hasta que cuando iba a caer el café al vaso, todo se para. Apareció un aviso en la pantallita. Decía que la máquina se había quedado sin agua, por lo tanto, no sacaba café. Celia toda indignada, da media vuelta y se va para no volver nunca más.
Genial!!!!! :D
ResponderEliminarMuy buena historia... y muy realista, com descripciones detalladas y con intención crítica. Buen relato galdosiano.
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