Al fin se encienden las luces y se abren las puertas emitiendo un largo y agudo sonido debido al roce con el suelo mojado, Jacinta se dirige a la caja con paso rápido, tiene poco tiempo para prepararlo todo, se pone su uniforme incómodo y llega el primer cliente, trae un carro repleto de comida, agua, papel higiénico y variados productos de limpieza, Jacinta lo saluda y empieza a pasar los productos por la caja uno por uno, acompañados del característico pitido del lector de códigos. Jacinta pone todo su esfuerzo en su trabajo y atiende a cada persona lo mejor posible, no obstante, a este cliente no le pareció suficiente y empezó a dirigirse a Jacinta con un tono de superioridad exigiéndole que se diese prisa, ante esto, Jacinta responde de forma pasiva pidiendo perdón al hombre, pero con una tristeza y un agobio que se podía apreciar en sus ojos apunto de desbordarse brillando por el reflejo de la luz blanca y fría que iluminaba el local.
Tras ocho horas de trabajo Jacinta no puede permitirse descansar, tiene que ir a limpiar un restaurante que se encuentra por la zona para poder mantener a su inocente hijo de 6 años que la espera impaciente en casa abrazando un pequeño oso marrón de peluche, su único regalo de las navidades pasadas. En el restaurante las condiciones no son muy buenas, las mesas están sucias, hay telarañas en las esquinas y se puede ver la comida en mal estado y la suciedad en la cocina a simple vista, Jacinta se pone manos a la obra, limpia los baños sucios y apestosos friega los platos que han acumulado restos de comida durante todo el día los ordena y los apila en los armarios a los que previamente ha tenido que quitarles el polvo, barre y friega todo el local y por último coloca ambientadores en el comedor.
Ocho horas más de trabajo y por fin Jacinta, cansada tanto física como mentalmente, agobiada y con frio puede llegar a su humilde casa cuyo alquiler consume la mitas de su sueldo sonriendo a pesar de todo ya que va a poder arropar a su hijo hasta que se duerma siendo este el único momento que comparte con él en todo el día.
Buen relato galdosiano, con descripción detalla del espacio narrativo, muy realista también. El espíritu crítico se nota en el lenguaje valorativo.
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