Josefina y Juan, amigos desde sus primeros años de vida, pasan todas las navidades en Sol. Les encanta ver las luces, los turistas sacándose fotos en el kilómetro 0, los niños comprando globos y juguetes que se romperán o dejarán de usar en apenas unas horas. Veían todas las familias preocupadas por no llegar a tiempo a la reserva de aquel restaurante que tienen reservado hace meses, los adolescentes con sonrisas que no les llegan a los ojos, los universitarios con un bocata de calamares y mahonesa paseándose por las calles del centro, ponderando si hacerse un piercing nuevo o si volverse a su apartamento de 20 metros cuadrados a estudiar. Y por supuesto, los más mayores, sin familia o amigos con quien celebrar las festividades, que buscan compañía en las multitudes de gente donde pasan desapercibidos.
Josefina y Juan sentados a la entrada de La Mallorquina, admiran la entrada de metro de Sol, que tiene mas salidas que gente en toda Madrid. Admiran todo el alboroto con unos vasos vacíos del McDonald's que se encontraron en la basura. Apenas se limitan a pedir limosna.
Ellos ven a mujeres llenas de joyas entrar, y más tarde salir, con cajas rosas que dentro contienen los mejores dulces de toda España. Ven a los hombres perdidos. Que vienen a comprar, a pedido de sus mujeres o madres, roscones de reyes más grandes de lo que se pudieran haber imaginado nunca. Toda aquella gente con tanto dinero, que solo les pesan los bolsillos. A esa gente nunca les pesa el alma. Ninguno les da una miserable moneda de 5 céntimos. Quizá algunas personas son invisibles. Quizá algunas otras ignorantes. Quizá no hay igualdad.
Ellos no lo saben. Ellos no saben nada. Bueno, si que saben que tienen hambre.
Muy buen relato. La descripción de Sol y su ambiente navideño está muy bien lograda, con descripciones detalladas y realistas. La intención crítica de los realistas como Galdós queda clara en tu relato. Muy bien.
ResponderEliminarPor cierto: ¡Muy buen título!
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