La pequeña tienda bajo su casa
Eran las 10:30 de la mañana y Tiago bajaba como todas las mañanas a comprar el pan para el desayuno. Salía de su portal. Un portal de cristal con unas barras azules y un gran espejo donde toda vez que pasa alguien se escucha una leve y suave música. Se dirigía a la tienda que está justo debajo de su casa tras bajar unas escaleras de mármol un poco desgastado y llega a la entrada de la tienda. Es pequeña, con una puerta de cristal y siempre que entra, cada mañana, le viene un leve olor a pan que acaba de salir del horno. La cajera siempre le saluda. “Lo habitual supongo” le dice. Es una señora de media edad. Va siempre con un delantal negro con el nombre de la tienda y le sirve siempre el pan en una bolsa de papel. Antes de pagar siempre daba una vuelta a la tienda a ver si pusieron algún producto nuevo en esas estanterías refinadas de madera de las cuales sale el embutido que se pone en el pan o de vez en cuando algún paquete de arroz o algún paquete de atún cuando ya no le queda. Paga la cuenta con un billete medio doblado el cuál lo saca de su bolsillo y le agradece a la cajera. Y de ahí, sale y se dirige hacia su dulce hogar, donde saborea los pequeños panecillos mientras aún están calientes.
El relato está bien, es realista y con descripciones detalladas... pero no incluye intención crítica y eso era fundamental para los realistas como Galdós.
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