La esplendorosa visita
Era un día corriente como cualquier otro y Alicia, la criada de una familia adinerada, decide, en sus horas libres, ir a tomar el aire y pasear por las antiguas calles del pueblo. Ella se aburría, siempre tenía la misma rutina, y los mismos hábitos. Alicia ya estaba cansada, ya no sabía qué hacer con su vida, pero en el fondo ella sabía que necesitaba ese trabajo para no entrar en una crisis económica. Hasta que, esa misma tarde encuentra una tienda nueva por las calles del pueblo. Para ella era sorprendente, ya que nunca había presenciado tal maravilla por tales tierras. No esperó más y entró enseguida. Al entrar, se deslumbró, millones de piedras preciosas la rodeaban, parecía un lugar seguro, pero, al mismo tiempo, misterioso y peligroso. Alicia tuvo la voluntad de atravesar un extenso y confuso pasillo, aunque se sometiera al miedo a la incertidumbre. Parecía que no acababa, ella estaba a milímetros de la salida y ya contaba los minutos que le quedaban para irse a trabajar como criada. Pero, de repente, cuando estaba apunto de llegar al final de la trayectoria, se cruza con un hombre de aspecto robusto, con bastante edad, y aparentemente excelso por su indumentaria. Su semblante decía mucho de él, pues Alicia estaba delante del dueño de la tienda. El hombre le pidió explicaciones de por qué estaba en su tienda, ya que el aspecto de la mujer, ya con sus cuarenta y poco años, era humilde y vestía con prendas muy andrajosas. Alicia le explicó que ella había estado admirando todas las joyas de la familia rica a la que servía mientras ella limpiaba, y que tal era su curiosidad que no incitó en entrar y observar la maravilla presenciada. Presenciaba anillos, pendientes, collares, piedras preciosas, gemas... todo muy valioso y lujoso. El dueño le dijo que no debía entrar si no tenía los recursos económicos necesarios para comprar sus diamantes y demás, ya que había un cartel en la entrada de la tienda que explicaba precisamente eso y que si no tenía esos recursos que no entrase porque tendría que pagar alguna de las cosas, estrategia de marketing bastante despiadada que llevó a Alicia a un problema. Para ella era imposible pagar tales maravillas, ya que no le pagaban tanto como para comprar joyas. Le dijo al dueño que lo único que sabía hacer con respecto a las joyas, como por ejemplo los diamantes, era identificar si es o no realmente verdadero y no una estafa, ya que había estado sirviendo a esa familia por mucho tiempo, pero nunca había estado a un paso de tanta riqueza. El dueño le dijo que sí que había una cosa que podía hacer para él, porque como tenía una cualidad que pocos poseían, entonces le dio una oportunidad que podría aprovechar sobre ser la dependienta de la tienda y ayudarlo y servirlo en lo que necesitase. Alicia no dudó en aceptar, y prometió no defraudar, entonces ella se despidió del ambiente como criada en la mansión de la tal familia, y comenzó una nueva etapa llena de oportunidades. Para ella era más que merecido, ya que estaba harta y agotada de tanta fatiga todos estos años. Alicia podría quedarse décadas admirando lo esplendoroso que eran los tesoros.
Muy buena historia. Quizá, para conseguir un efecto más galdosiano, sería bueno centrarse más en la descripción del espacio narrativo, los colores o el ambiente de la tienda, pero muy buen relato.
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