Llevaba un pasó firme y acelerado aunque debía ir con cuidado ya que algunas de las pequeñas baldosas de la calle estaban despegadas y bastante resbaladizas, el cielo estaba encapotado y grisáceo, hacía un viento leve pero muy frío, también se podía notar un ambiente húmedo ya que había llovido fuertemente los días anteriores y parecía que el sol no iba a brillar hasta dentro de mucho tiempo. Marta estaba apresurada, y algo nerviosa ya que iba quedar con una antigua amiga de su infancia, las dos habían quedado la cafetería Asturias que era un lugar bastante inusual que era cercano a su nueva casa. Una vez allí, se encontró con Ana que bebía un chocolate caliente acompañado de un trozo de una tarta esponjosa que tenía una pinta deliciosa. Se acercó a la pequeña mesa de cristal que había al final de la cafetería, era cuadrada y estaba decorada con cuadrados blancos y negros como si de un ajedrez se tratase; Marta se sentó rápidamente en la incómoda silla y nada más llegar ya se había fijado en el notorio paso de los años y en lo cambiado que estaba el aspecto de su antigua amiga, ya no llevaba sus características y horribles gafas rojas, tenía el pelo más oscuro y rizado y ahora tenía estilo de ropa más elegante y sofisticado pero también Marta se percató de que su agradable sonrisa no había desaparecido a pesar de los años transcurridos. Estuvieron charlando durante un largo tiempo y poniéndose al día de la vida de cada una, le contó que en los últimos años Mercedes había ganado la lotería así que decidió mudarse a California y lo increíble que había sido su experiencia en esa maravillosa ciudad, pero a medida que iba avanzando la conversación Marta se estaba dando cuenta de lo arrogante y egoísta que se había vuelto su amiga desde que poseía tanto dinero ya que se notaba en su forma de hablar cuando a veces hacía comentarios despectivos o cuando mencionaba todo el dinero que le había costado la ropa o cualquier otro objeto del que estuviesen hablando y lo elitista que se había vuelto su círculo de gente más cercano. Por desgracia, Mercedes ya no era la misma, no sabía apreciar los pequeños detalles de la vida y como era vivir de forma corriente sin excesos. Se había vuelto una persona demasiado materialista.
Martín, estando un poco taciturno y ansioso, se encuentra sujeto a sus propios pensamientos, en respecto a Roma, sabiendo de antemano que sería un viaje que no se olvidaría jamás, junto con todos los compañeros que compartió los libros, apuntes, hojas, amistades y alegrias durante toda su vida. Como era muy pronto, no se producía ningún tipo de ruido en su casa, dando la impresión al protagonista de ser la única presencia humana en ella. Una vez en el aeropuerto, Martín se detiene para observar , visualizando con sus ojos, la diversidad de culturas y conocimientos que los extranjeros de todos los rincones del mundo que pasaban delante suyo atesoraban. Por el otro lado, seguía sin tener la capacidad de asimilar que tras los muchos meses hablando sobre Roma, ya estaban todos listos con el equipaje y preparados para el viaje. El primer día se puede describir como una jornada energética, comenzando con el grupo por salir a toda prisa del hotel sin haber entrado siquiera en los cuartos
Buen relato, la descripción del cambio en el personaje es detallada. Sin embargo, para imitar a Galdós se nos pedía centrarnos más en el espacio narrativo, describir el café, la barra, o la calles, dar detalles con intención de crítica y de proponer un cambio.
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