LA LIBRERÍA
La librería se encontraba en una de las calles más conocidas de la ciudad y muchos turistas entraban y salían constantemente de ella. Ana había estado sentada toda la mañana en la cafetería de enfrente y observó que ni una sola persona salía con una bolsa en la mano. Ella se extrañó un poco por este hecho por lo que le entró un poco de curiosidad. Cuando vio que la tienda se empezaba a vaciar porque era casi la hora de comer, decidió entrar. El lugar era pequeño a primera vista, sin embargo luego pudo comprobar que había una puerta al fondo que llevaba a otra sala. Las estanterías llegaban hasta el techo y observó que la mayoría tenían unas escaleras móviles para alcanzar los libros de arriba. Mirando a su alrededor vio que predominaba el color marrón en todo, ya que prácticamente todos los muebles estaban hechos de madera y los libros en general mantenían un color ocre. Todo le parecía un tanto monótono hasta que su mirada se clavó en unos panfletos fluorescentes que estaban en una mesa a la entrada. Al coger uno de ellos vio que estaba escrito que esa librería era la más antigua de la ciudad, almacenando libros de épocas desde la Edad Media hasta el siglo XX. Ana comenzó a caminar un poco en la tienda mirando con detalle cada libro y pudo ver que la gran mayoría eran muy gruesos. Probó coger uno de ellos que le llamó la atención pues hablaba sobre la historia de Lisboa, y al abrirlo le vino un olor un tanto desagradable, debido a su edad. Observó que las páginas estaban todas hechas a mano con dibujos extremadamente detallados, sin embargo el color amarillento de la hoja parecía destacar sobre todo. Cerró el libro y lo colocó nuevamente en la estantería, y decidió observar por unos minutos a la gente que ahí venía. Vio que la mayoría eran extranjeros que parecían tener interés en la literatura de estas épocas, sin embargo también había unas cuantas familias. Se dio cuenta que los dependientes iban muy bien vestidos, con trajes negros de marca y zapatos de piel, y se fijó que al lado de unos, en la “recepción”, estaba sentado un hombre que iba con un traje marrón muy elegante, lo que le hizo deducir que sería el jefe. Después de mirar todo un poco más por unos cuantos minutos decidió mirar el reloj. Al verlo se alarmó y se dio cuenta que ya se retrasaba para ir a buscar a su hijo Pedro al colegio. Corriendo salió del lugar, y al salir giró la cabeza para dar un último vistazo a la librería. Sin duda ella pensó que era algo muy diferente e interesante, y claramente se dio cuenta que los únicos que compraban esos libros eran personas muy ricas, puesto que eran libros históricos que tenían mucho valor para Portugal y para los portugueses.
Buen relato... ¿es una librería que tú conoces en realidad?
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