Ari Ucha Canoa
SUFOCADO
Cada mañana, el señor García abre su café y piensa que hoy alguien pasará por ese café y se tomará algo.
García era un hombre simple, con su café antiguo y tradicional, en una esquina, tan fría y oscura que cuando entras sientes la humidad en tus huesos penetrándote como agujas. Rodeado por restaurantes nuevos, soleados y con colores cálidos, frecuentados por gente joven y alegre.
-Es increíble como en una calle tan llena de personas de cada rincón del mundo, no haya una que pise el interior de este café - decía el señor García.
García no sabe si es la comida, el ambiente o el simple facto que las únicas personas que entran en ese maldito café sean unos dos borrachos altos y grandes, que en vez de comprar algo, dicen tacos y muchas veces le dan collejas y bofetadas.
Entran otra vez...
-¡Malparidos!-gritaba el señor García, tirado en el suelo mojado, como su oreja estaba junto al suelo se escuchaban las ratas caminando, después de una más humillación por parte de esos dos intoxicados, morados y con la piel seca.
No aguanta más.
¡Genial relato! Están muy bien varios elementos: la descripción de la esquina y de la humedad... la intención crítica que se desprende de las palabras del narrador, muy bien, muy galdosiano. Sin embargo, debes prestar atención a la confusión con portugués al escribir algunas palabras: sofocado, humedad; o el orden de algunas expresiones: una humillación más.
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