Era mañana de lunes, nublado, se escucha de fondo el mar, bajando la colina entró Paco Zafio por las puertas del mercado, estas eran de un material barato, probablemente chapa,
mientras caminaba por el frío, mojado suelo del mercado, llega al puesto del señor de la fruta, un hombre calvo, vestía camiseta roja con varios patrocinios, probablemente es aficionado al fútbol, es también un señor de gran envergadura, comentan el partido del día previo:
-Ese arbitro no vale nada,viste esa falta?
-No era penalti.
-Si que lo era.
-Mira, por que sea de otro club no significa que aquello no fuera penalti- comenta Paco.
En ese momento pasa por ese mercado una mujer joven, probablemente extranjera por su vestimenta poco adecuada a la moda local, en ese momento se giran los varios hombres, que no se percatan de que es extranjera y se ponen a gritar:
-Puerca!,Verraca!, que no te importaría acostarte conmigo, impúdica.
Esta mujer simplemente no se percata de lo ocurrido y se va de la misma manera en la que aparece,dirigiéndose a la pescadería, en ese momento, vuelve la tertulia, pero en este caso, se discute acerca de aquella mujer,pero Paco decide intervenir:
-No creo que hayamos hecho lo correcto, la mujer es extranjera,probablemente se habrá sentido incomodada con ello.
-Calla ya, nenaza, ni machismo ni feminismo, igualismo- le responde uno de los hombres que intervenía en la tertulia.
En esto decide Paco dejar el puesto de la fruta, un poco desconcertado con la intervención de esos hombres hacia esa mujer, deja la tertúlia ya con dos sacos que llevaban manzanas,peras y una papaya.Mientras se dirige a la carnicería se hacen notar las rugosas y ya sucias y que llegaron a ser blancas paredes del mercado.
Paco Zafio había sido un bancario reputado, llegó a llevar las cuentas de gente importante.
Aunque su rechazo a la privatización del banco donde trabajaba le llevaría al despido, acabando por bajar de medio, ahora teniendo que reunirse con los cuñados del mercado de cunyats y no con lo glamuroso que acostumbraba a mediarse.
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