Todos los días lo primero que veo al salir de casa es un pequeño edificio que mas adelante pasare a describir, que se ha convertido en mi principal compañia estos últimos meses. Al volver después de un largo día en el colegio, mis pasos se dirigen hacia el pequeño loca, que mas que una biblioteca parece un antiguo palacio, pero al acceder al interior parece que volvemos al presente, con sus modernidades. Nada más entrar se abren automaticamente unas puertas y a la derecha, detrás de la pantalla de un ordenador podemos encontrar a un entrañable secretaria, la cual siempre está dispuesta a ayudar aunque, debido a la edad, la informatica no es su fuerte, pero a pesar de todo tiene una sonrisa en la cara y pregunta siempre por la familia. Esta persona es un ser admirable porque cuando tienes dudas de en que libro encontrar una información necesaria, ella sabe donde hallarla, aunque yo no necesite la información, ya que hoy encontramos todo en internet, todos los días le pregunto algo e intento mostrar interés, para que ella continue a sentirse útil. Al cruzar la línea del silencio podemos encontrar unas mesas rectangulares de madera, en las que estan sentadas diferentes tipos de personas, que al mirarlas inetento adivinar que es lo que les ha llevado a este lugar. A mi por ejemplo, esta biblioteca, me atrae por la paz que encuentro, debido a esto acudo a este lugar muy a menudo para poder concentrarme y realizar las actividades diarias del colegio. Aunque las personas llevan su propio ordenador y allí se pueden conectar a internet, es muy curioso ver que rodeando a las mesas hay unas estanterias con diferentes formatos de libros los cuales están clasificados según los temas. Pero lo más curioso de esto es que todas las personas presentes incluída yo misma, no abandonamos el recinto sin por lo menos haber cogido uno de los libros y haberlo ojeado o leído, porque lo que he aprendido en este edificio es que primero ojeamos un libro y al final acabamos por leerlo.
Martín, estando un poco taciturno y ansioso, se encuentra sujeto a sus propios pensamientos, en respecto a Roma, sabiendo de antemano que sería un viaje que no se olvidaría jamás, junto con todos los compañeros que compartió los libros, apuntes, hojas, amistades y alegrias durante toda su vida. Como era muy pronto, no se producía ningún tipo de ruido en su casa, dando la impresión al protagonista de ser la única presencia humana en ella. Una vez en el aeropuerto, Martín se detiene para observar , visualizando con sus ojos, la diversidad de culturas y conocimientos que los extranjeros de todos los rincones del mundo que pasaban delante suyo atesoraban. Por el otro lado, seguía sin tener la capacidad de asimilar que tras los muchos meses hablando sobre Roma, ya estaban todos listos con el equipaje y preparados para el viaje. El primer día se puede describir como una jornada energética, comenzando con el grupo por salir a toda prisa del hotel sin haber entrado siquiera en los cuartos
Buen relato y muy realista, sin embargo, quizá se echa de menos más detalle en las descripciones... de las estanterías, del ambiente en esa sala, por ejemplo. La experiencia, tal como tú la relatas, resulta muy atractiva y amable, muy buena. algo más de crítica social, al estilo de los realistas habría venido bien.
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