Obstáculos no pertenecían en mi percurso,
que era el más puro e inocente.
Hacía barquitos de juguete
y en aquel río tan contento los posaba.
Los barcos prontamente se alejaban
y la tormentas rápidamente se acercaban.
Al nadar en aquella mar temerosa,
el consuelo ya no lo encontraba.
Mariana Rebelo de Andrade
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