Povera, una señora de 52 años inmigrante, viaja para Roma, la capital de Italia y una ciudad con gran cultura y grandes monumentos, con el objetivo de conseguir empleo. Sin embargo, cuando sale de la estación Termini va camino de su hotel y en una calle oscura, estrecha y desierta se encuentra con dos hombres. Ellos tenían caras envejecidas, olían a sudor y vestían ropas rotas y sucias. Povera asustada intenta correr, pero sus piernas no le permiten llegar muy lejos, ya que cae en el suelo resbaladizo y rígido. Con eso, los carteristas le alcanzan y roban las maletas, que guardaban todo el dinero, ropa y documentos de Povera.
En seguida, Povera se ve perdida por las calles de Roma, ella se levanta e intenta volver a la estación. Cuando llega ve a un policía y se dirige rápidamente en la dirección del mismo, pero él con una cara de disgusto no le ofrece ayuda. Después, Povera camina por la ciudad atemorizada y observa una serie de construcciones dispersas por la capital. Algunos monumentos estaban más destrozados que otros, pero todos poseían una belleza única.
Tras eso, Povera se ve viviendo en la calle junto con otros mendigos que estaban en la misma situación que ella. Povera no tenía como comer y buscaba trabajo de los cual era rechazada por su falta de documentación. Durante esos tiempos quien le ayudaba era Freund, un jovén alemán que trabaja en un restaurante modesto lavando platos, aunque no ganaba mucho conseguía comprar comida. Él todas las noches, secretamente, traía las sobras de comida y las compartía con Povera y otros. Ellos no se comunicaban mucho, ya que Freund no sabía hablar muy bien inglés y a pesar de eso seguían intercambiando sonrisas amigables.
Pasado casi un año, Freund consigue un billete de avión que le permite volver a su país de orígen. Cuando él dice a Povera, ella queda orgullosa por saber que su tan apreciado amigo tendrá un gran futuro. Sin embargo, ella queda sola como en el principio.
Con eso, ella intenta buscar empleo en el restaurante que Freund trabajaba, tras ser rechazada decide caminar por la ciudad de Roma una última vez. En su paseo, observó los conductores indisciplinados, el Coliseo, un gran anfiteatro degradado con el paso del tiempo y con estructura elíptica, el Foro Romano con el famoso y enorme arco de Tito y el exterior de la Basílica de San Pedro.
Un día después, Povera muere viendo el sol desaparecer y las personas curiosas con sus mochilas saliendo y entrando de la basílica.
Buen relato, Beatriz, pero habría que revisar el uso de algunas preposiciones y también la concordancia de los tiempos verbales.
ResponderEliminarMuy creativo
ResponderEliminarMe gusta mucho!!
ResponderEliminarMuy buen relato realista, Bea. Quiero que sigas escribiendo más!
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