Ese día me desperté en las viejas sabanas del sórdido hotel y baje las numerosas escaleras que me llevaban hasta la sala del desayuno donde a pesar de haber bastante comida, tenía una mediocre calidad.
Al salir del diminuto hotel los aires sucios de las estrechas calles de roma me invadieron mientras iba de camino al metro para llegar a la famosa y bella fontana di trevi, por el camino los alocados coches que andaban por la carretera no me dejaban pasar por mi respectivo paso de peatones ya que no frenaban para que lo hiciera. Al llegar a mi destino me quede apreciando boquiabierta el precioso y enorme monumento sin importar que estuviera lleno. Después de eso me senté para comer al frente de la fontana di trevi donde ademas de no ser la mejor comida italiana tuvo un precio inasequible, por otro lado compre un helado que estaba bastante bueno en comparación con la comida pero no dejaba de tener un precio elevado teniendo en cuenta lo que era. Volviendo al hotel fue como terminó mi primer día en la ciudad mas famosa de Italia, Roma.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBuen relato realista, Raquel, pero hay que revisar el uso de las mayúsculas.
ResponderEliminarque relato increíble Raquel
ResponderEliminar