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4A Bastidas, Anabella

Roma la ciudad eterna, un lugar que sin duda nunca deja de sorprenderme. Sus calles estrechas y empedradas, sus monumentos imponentes y su ambiente lleno de vida, son una fuente constante de inspiración y alegría para mi. 

Pero entre todo ese bullicio también encontramos un oasis de tranquilidad y reflexión en las catacumbas, ese laberinto subterráneo de galerías y pasillos donde los cristianos de los primeros siglos enterraban a sus muertos, son testimonio impresionante de la fe y la devoción de aquellos tiempos.Pero también son un lugar misterioso, donde la oscuridad, el frio y el silencio nos transportan a otro mundo, lejano en el tiempo y en el espacio. Es como retroceder en el tiempo y sumergirse en una época de fe y devoción. 

Descendí por una escalera de piedra, iluminada apenas por una vela que temblaba en mi mano, y me adentré en aquel laberinto. A cada paso, las paredes de tierra y piedra me recordaban que me encontraba en un lugar donde la vida no llega, donde solo la muerte y el recuerdo tienen cabida. 

Pero no todo era muerte y oscuridad, también encontré vida, en las pinturas y grabados que adornaban las tumbas. Allí se representaban alegorías y símbolos cristianos, que hoy en día son un tesoro para la historia del arte y de la religión. 

Las catacumbas de Roma son en definitiva un lugar de contraste, donde la vida y la muerte, la luz y la oscuridad, la fe y la persecución, se mezclan en un lugar lleno de historia, cultura y religión que han moldeado nuestra civilización. 

Fuera de las Catacumbas, Roma sigue siendo una ciudad que rebosa de vida y actividad en cada rincón. Las calles llenas de turistas y lugareños, las plazas animadas por músicos y artistas callejeros, y la exquisita gastronomía italiana, todo contribuye a crear un ambiente único e inolvidable. 

En fin, una ciudad llena de contrastes y sorpresas donde entre todo ese alboroto se encuentra la paz y la reflexión.









Comentarios

  1. Buenas descripciones de ambientes, muy detalladas y realistas. El relato es bueno y resultaría más al estilo de Galdós si, en lugar de un narrador protagonista en primera persona, le dieras un narrador externo y omnisciente. Buena narración.

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