En cuanto llegaron al tan esperado y famoso Coliseo, ojearon hacia el horario en el móvil precipitadamente y se depararon con que les sobraban treinta vastos minutos. Miraron alrededor: calles interminables, repletas de gente que se dirigían a un único lugar. En cuanto se giran, contemplan el monumental anfiteatro formado a partir de los bloques de travertino ya amarillados. Se vuelven a girar y se miran unos a los otros con miradas de admiración después de haber visto el grandioso Coliseo.
Tienen treinta minutos hasta que lleguen los profesores, se alejan del Coliseo y cuanto más se alejan, más pobreza ven. En aquel suelo, sucio, mojado y lleno de basura, vive una familia cuyos padres estás fuera pidiendo dinero y unos metros más alejados, los hijos, cuyas ropas están desgarradas y cuya camiseta, que era blanca, estaba marrón. Se podían observar a lo lejos sus miradas vacías que eran las mismas que tenía aquel señor que salía de traje liso azul marino de dentro de una estación significadamente grande.
Regresan rápidamente al punto de encuentro, cambiando el camino con la finalidad de observar todo al detalle y no perderse nada de aquella magnífica Roma a la que tanto deseaban ir. Llegando al punto en el que habían concordado encontrarse, ven a sus compañeros con unos helados que los hipnotizan, eran brillantes, color provocativo y fresco que se iba derritiendo con aquel sol deslumbrante que salía de detrás de las nubes para iluminar aquel monumento al que iban a visitar ahora considerada una de las siete maravillas del mundo, el Coliseo.
Sara, el relato es bueno y muy al estilo de Galdós: narrador omnisciente, descripciones detalladas de personajes y de ambientes... Sin embargo, es imprescindible que revises la gramática y el vocabulario porque hay errores de concordancia, lusismos, léxico erróneo que empañan la buena calidad de la creación de tu historia.
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