Eran las 10 de la mañana cuando Speranza paseaba por las decoradas calles de Roma, a su alrededor podía observar gente feliz dialogando, pequeños edificios pero con abundante ornamento junto con una delicada algarabía que contrastaba su rostro congelado, ojos sin alma, labios secos y finos tan sensibles como la seda, piel enferma, tan clara como la nieve. Llevaba puesto un viejo vestido blanco, lleno de manchas y tan largo que llegaba a tocar al suelo húmedo ensuciándolo así más y un abrigo que aun mantenía intacto que le hacia recordar a los momentos de fortuna de su vida.
En el camino Speranza reconoció a su grupo de amigas, iban todas maquilladas y decoradas de arriba a bajo preparándose para lo que parecía ser un paseo, Speranza las reconoció así que rápidamente fue a hablar con ellas, las saludó y se quedó junto a ellas sintiéndose así un poco más acogida, las chicas confusas y con una intolerable cara de desprecio le preguntaron «¿Quién eres? ¿Qué piensas que estás haciendo? », Speranza se quedó aturdida con esas preguntas así que rápidamente respondió « Soy Speranza, vuestra amiga» las chicas disgustadas empezaron un escándalo, voceaban «¿Speranza? no la conozco »,«Speranza ha muerto, ¡impostora!», «No sabemos de que estás hablando», Speranza se estremeció con semejantes réplicas que la hizo irse avergonzada «¡Espera!» dijo una, Speranza se giró y se acercó a ella tímidamente solamente para que la chica le arrebatara el caro abrigo que llevaba puesto «Esto ya no te pertenece, no lo mereces» declaró en tono burlesco, Speranza se giró y salió corriendo ya sin dignidad y honra, pero el pavimento desajustado junto con los tacones que llevaba le hicieron que se callera en un charco así enmugreciendo aun más todo su cuerpo. La calle animada y llena de alegría de repente se silenció y todo el mundo le empezó a mirar «Pobre», «¿Qué le pasa?», «Querrá atención...», «Que asco...», Speranza extendida en el suelo, después de haberlo perdido todo, no podía hacer otra cosa sino que quedarse en el suelo a los pies de loa adinerados que cruzaba la calle.
Muy buen relato galdosiano, Javier. El nombre simbólico de la protagonista es también muy acertado y la descripción de personajes detallada y al estilo de los realistas. Revisa la de , y el plural de . Muy buena mezcla de estilo directo y marrador omnisciente.
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