Alguien tocó fuertemente
a la puerta, de repente un silencio sombrío se apoderó de la habitación. Lo que
hace segundos era una habitación ruidosa y llena de alegría, ahora era lo
contrario. Por la ventana abierta se veía el edificio en frente y las personas
en él fumando en la terraza, pero también se observaba la pobreza del barrio, los
más viejos durmiendo en el suelo y los más jóvenes borrachos y violentos.
Mariana se atrevió a ir a abrir la puerta.
Sus pasos eran lentos y miedosos cada vez que se iba aproximando más. Cuando la
abrió, desde dentro se oyó la voz furiosa de un hombre y sus pasos gordos y
firmes se iban aproximando cada vez mas del monte de personas escondidas por detrás
de la pared. Todos cerramos los ojos con miedo, pero al final se empezó a oír
una voz familiar viniendo desde cerca, así que todos nos rindimos al miedo y
abrimos los ojos, era solo un amigo que había ido al baño y acababa de volver.
Una vez que todos estábamos tranquilizados
con la situación, encendemos las luces y la habitación volvió a ser la del
principio. Hablando en susurros y haciendo poco ruido, seguimos la fiesta y
nadie nos pilló.
Esplendido! Que palabras Marta! De verdad me imagino presente en esa situacion con todos los detalles que nos proporcionas. No pares!
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