En el segundo día del viaje, estaban ya todos relajados sin miedo de que nadie los descubriera en el cuarto, con la luna ya llena, iluminando los monumentos de la ciudad de Roma y el suave ruído de la lluvia mojando las ventanas.
De repente, se escuchan tres grandes y asustadores toques en la puerta. En un segundo, el cuarto se calló, y se escondieron todos menos los dueños del cuarto lo más rápido posible. Los dueños, asustados, se acercaron a la puerta llenos de miedo de lo que les podia ocurrir. Francisco, el más valiente, asumió el cargo de abrir la puerta y enfrentar a quién por detrás estaba. Se acercó, con mucho cuidado y atención al ruído que hacía con cada paso que daba hacia la puerta.
Abrió entonces la puerta, y, para su sorpresa, no era un profesor o guardia. Era un niño de 15 años, muy alto y fuerte, inglés y con una cara de risa graciosa. Francisco soltó un suspiro de alivio, y le preguntó que hacia allí. El niño, todavía sonriendo, respondió que queria que hicieran menos ruído, ya que también ellos estaban todos juntos en un pequeño cuarto, y no querían ser descubiertos por sus profesores.
Al final, se despiden y cada uno vuelve a su cuarto. Francisco suspira otra vez y les pide que hicieran menos ruído, y entonces se comprometieron todos a tener más cuidado con el tono de voz en que hablaban.
Muy buen relato, parece muy realista, buena descripción. Atención a corregir algún despiste de ortografía (ruido, sin tilde cada vez que aparece) y algún lusismo ('asustador' es un falso amigo)
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