Julia estaba muy cansada. Tal vez era culpa del insomnio de la noche anterior, debido a los nervios por el viaje, o quizás, las largas caminatas a las que estaba obligada a asistir le estaban dejando sin energía en un periodo más breve de tiempo al que estaba acostumbrada, ni ella misma lo sabía. Después de una cansada ruta recorriendo las preciosas calles de Roma, tiene la oportunidad de adentrarse a una colosal estructura.
Mientras se sienta en las gradas del majestuoso Coliseo, no puede evitar sentirse abrumada por la dimensión del lugar. Desde su posición, puede divisar cada rincón de la estructura, cada montón de arena apilada, cada detalle de los muros de piedra que rodean el anfiteatro y cada una de las gradas que se extienden hacia el horizonte. Se siente como si estuviera en el centro de un foso taurino, tan diminuta en comparación con la grandeza de las murallas que la rodean.
Al dirigir la mirada hacia la arena, se imagina cómo fueron las batallas que se libraron en ese mismo lugar hace tantos siglos. Puede recrear en su mente el ruido y la imagen de las espadas chocando, los escudos golpeando y los gritos de los gladiadores y los espectadores. Se imagina a los valientes guerreros luchando por sus vidas, con la sangre y el sudor corriendo por sus extremidades mientras se enfrentan tanto a sus oponentes como a las temibles bestias. Le resulta impresionante pensar en todo lo que ha sucedido en ese lugar y en cómo ha sobrevivido a través de los siglos, como un monumento a la grandeza de la civilización romana.
Al observar a su alrededor, puede ver las huellas del tiempo en las paredes del Coliseo. Las grietas y las marcas de desgaste son evidentes, pero aún así, el lugar sigue siendo impresionante. Se siente afortunada de poder estar allí, de poder experimentar la grandeza de ese sitio y de imaginar cómo era la vida en la antigua Roma.
Me encanto! Tienes un talento para la escritura fantastico!
ResponderEliminarW poema
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