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4B Fonseca, Duarte - EL ECO DE LAS SOMBRAS

 

En lo más alto de una colina escarpada, se alza un castillo de piedra grisácea centenaria, perteneciente a un noble obsesionado con la alquimia, cuyas torres se elevan hacia el cielo en un intento por tocar las nubes, aunque ahora muestran los estragos del abandono. Las almenas, desgastadas por el viento y la lluvia, dibujan un perfil irregular contra el cielo cambiante.

Las murallas de piedra, cubiertas de musgo y en algunos puntos derrumbadas, cargadas con la carga pesada de un legado oscuro y enigmático, rodean el perímetro del castillo

Las ventanas, rotas y cubiertas por enredaderas, dejaban pasar la luz del sol que se filtra entre los salones. Los corredores laberínticos conducían a salas abandonadas, con muebles cubiertos por telarañas y cuadros de figuras desconocidas cuyas miradas parecen seguir cada paso intruso.

Cierta noche de luna llena, un grupo de exploradores intrépidos se adentraron en el castillo envuelto en el misterio. Sus linternas iluminan los pasillos cubiertos de polvo, revelando muebles olvidados y tapices desgastados por el tiempo.

Cada paso resuena en la quietud del lugar, un eco que parece despertar los susurros del pasado entre los muros de piedra. Los exploradores avanzan con cautela, susurros de intriga y emoción entrelazados en sus conversaciones mientras descubren salones olvidados y pasadizos secretos.

Las sombras parecen cobrar vida, danzando en las paredes como espectros que buscan contar historias perdidas. Las antiguas escaleras crujen bajo el peso de sus pasos, llevándolos a niveles superiores donde las torres ofrecen vistas de un paisaje cubierto por la bruma de la noche.

A medida que avanzaban por los laberínticos corredores, el murmullo del viento que se cuela por las grietas parece llevar consigo ecos del pasado, susurros de historias que aún permanecen grabadas en las paredes del castillo.

En el corazón del castillo yace un salón olvidado, en ruinas y cubierto por una capa de polvo.

En un rincón oculto del salón se encontraba el laboratorio alquímico, un espacio enigmático envuelto en una atmósfera de misterio y conocimientos arcanos. Las paredes agrietadas estaban cubiertas por inscripciones incomprensibles y símbolos antiguos.

Al adentrarse en el salón, el grupo experimentó un cambio en la atmósfera. Las linternas parpadeaban, la temperatura descendía repentinamente y escalofríos recorrían sus espaldas.

Algunos miembros del grupo afirmaban sentir presencias inexplicables, un roce gélido en sus hombros o la sensación de ser observados por ojos invisibles. Otros reportaban voces susurrantes en sus oídos.

La tensión aumentaba, y en un acto inesperado, el grupo decidió abandonar rápidamente el salón, sintiendo que habían perturbado algo que prefería permanecer oculto en las sombras del castillo abandonado.

 

 

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