En el bonito pais de Grecia, vivia Maria, una niña de 12 años con grandes sueños. Un día, explorando el bosque, encontró a León, un amigo suyo de toda la vida. Juntos, siguieron a un par de luciérnagas que les guiaron a un jardín secreto. Descubrieron, detrás de una casa abandonada al lado de un lago, una puerta antigua que los llevó a un mundo de hadas y misterios. Allí, se encontraron a un montón de creaturas mágicas y desconocidas y con ellas jugaron, bailaron y escucharon el cantar de árboles amigables. León le contó a Maria sobre amistades que duran para siempre y ella prometió ser su amiga para siempre. Trás un largo día en aquel divertido mundo Maria y León volvieron a Grecia trás la puerta secreta por la que una vez habian entrado, volvieron a su hogar, donde la magia no existía y las creaturas mágicas y desconocidas tampoco. Así, en la tierra encantada, nació un cuento de amistad eterna que fue cantado por los amigables árboles a cada uno de los niños que pasaban por su tierra.
Martín, estando un poco taciturno y ansioso, se encuentra sujeto a sus propios pensamientos, en respecto a Roma, sabiendo de antemano que sería un viaje que no se olvidaría jamás, junto con todos los compañeros que compartió los libros, apuntes, hojas, amistades y alegrias durante toda su vida. Como era muy pronto, no se producía ningún tipo de ruido en su casa, dando la impresión al protagonista de ser la única presencia humana en ella. Una vez en el aeropuerto, Martín se detiene para observar , visualizando con sus ojos, la diversidad de culturas y conocimientos que los extranjeros de todos los rincones del mundo que pasaban delante suyo atesoraban. Por el otro lado, seguía sin tener la capacidad de asimilar que tras los muchos meses hablando sobre Roma, ya estaban todos listos con el equipaje y preparados para el viaje. El primer día se puede describir como una jornada energética, comenzando con el grupo por salir a toda prisa del hotel sin haber entrado siquiera en los cuartos
Comentarios
Publicar un comentario